viernes, 20 de noviembre de 2015

“ALA ES GRANDE”


Usted y yo podríamos haber nacido en Siria, en Irak, Pakistán o en Dubái, pero no, nacimos en Colombia, el país del sagrado corazón, y por eso somos cristianos y no musulmanes. Pero también podríamos haber nacido en los barrios marginales de París, Bruselas o Toronto, donde abundan los musulmanes. Resulta mis amigos que la religión es un asunto cultural y geográfico, sin olvidar los componentes antropológicos, sociológicos y psico-espirituales. Hoy, incluso, tiene un carácter predominantemente geopolítico.

La pregunta es ¿por qué está sucediendo lo que está sucediendo? ¿Esto es nuevo?  Y podríamos decir que no, que no es nuevo, es repetitivo en el tiempo. Basta recordar las guerras religiosas cruentas e inhumanas de otras épocas. ¿Podría alguien pensar que las cruzadas cristianas contra los musulmanes y otros herejes eran paseos de las hermanitas de la caridad? ¿O cree alguien que Saladino los recibía con manjares y mujeres hermosas bailando semidesnudas la danza de los siete velos? No, mis amigos, la crueldad y el odio eran inmensos, como ahora.

Ahora bien, en todas las religiones hay extremistas, particularmente en las que lo político, lo social y lo religioso van unidos, como en el Islam. ISIS (Estado Islámico de Irak y Siria) o EI, como se ha hecho llamar el grupo terrorista de los recientes atentados en Paris, es realmente “DAESH”, un ejército terrorista yihadista. Esta palabra también puede significar “algo que aplastar o pisotear”, “intolerante”, o “el que siembra la discordia”, según nos dicen los expertos traductores árabes, traducción que al grupo terrorista no le gusta y “amenaza con cortarle la lengua a cualquiera que utilice esta palabra”, advierte la prensa parisina, después de que el presidente Francois Hollande la ha usado en su discurso de declaratoria de guerra, luego de los atentados.

“DAESH” reclama un califato para ellos, que son la secta sunita, 85% de los musulmanes del mundo, y por ello se ha tomado parte de Irak y de Siria. El último califato fue el Imperio Otomano, destrozado en la segunda guerra mundial, cuando se lo repartieron Rusia, los EEUU y sus Aliados, de acuerdo con sus intereses económicos. Matan al grito de “Ala es grande”, con un odio total a Occidente, que identifican como el “mal absoluto”. Esta semana han dicho que “van por Roma y su cruz” y que “convertirán la Casa Blanca en negra”, después de incendiarla y hacerla estallar.

Lo cierto es, mis amigos, que la comunidad musulmana internacional, no acepta este enfoque apocalíptico, terrorista y criminal de su religión. Y la verdad es que todas las religiones confluyen en el amor y no en el odio. Recuerdo una oración Sufí, movimiento filosófico muy cercano a mis afectos, y que dice así: 





SALAT (Oración a Dios) 

Benignísimo Señor, Maestro, Mesías,
 Y Salvador de la Humanidad,
 Te saludamos a Ti con toda humildad.
 Tú eres la primera causa y el último efecto,
 La Luz Divina y El Espíritu de Guía,
 Alfa y Omega.

 Tu Luz está en todas tus formas,
 tu Amor en todos los seres,
 en una amorosa madre, en un bondadoso padre,
 en un inocente niño, en un amigo que ayuda,
 y en un maestro inspirador.

Permítenos reconocerte
 en todos tus nombres y formas sagrados: 
Como Rama, como Krisna, como Shiva, como Buda;
 permítenos reconocerte como Abraham, como Salomón,
 como Zarathustra, como Moisés,
 como Jesús, como Mahoma,
 y en muchos otros Nombres y Formas,
 conocidos y desconocidos para el mundo…

 Que el Mensaje de Dios se extienda a lo largo y ancho,
Iluminando y haciendo a toda la humanidad 
como una sola hermandad en la Paternidad de Dios. Amén.



PEDRO PÁRAMO

20 de noviembre 2015

Ver las anteriores columnas en pparamo2011.blogspot.com.co

No hay comentarios:

Publicar un comentario