martes, 15 de diciembre de 2015

EL GRAN HERMANO


No es del personaje de la novela de George Orwell, publicada en 1984, que tenía un carácter omnipresente y una carga política indudable, y mucho menos del concurso de televisión que hizo famoso el concepto intimidante de la vigilancia permanente, sino del hermano mayor del presidente Santos, del que quiero hablarles hoy, mis amigos. Resulta que Enrique Santos Calderón se ha convertido en el emisario personal de Juan Manuel, y coincidencialmente ha estado omnipresente en todo el proceso de negociación con la guerrilla de las FARC, sin las implicaciones políticas de la novela, pero con resultados políticos a la vista. A algunos no les gusta esta figura de “mensajero”, por llamarlo así, ahora que viajó a la Habana a entrevistarse con Timochenko, para apretarle las tuercas al engranaje de la negociación. El expresidente Uribe ha dicho: “No es ni bueno ni malo, solo que no es institucional. Una cosa es la familia y otra cosa es el gobierno”.

Pero resulta que Enrique, Enriquito, como le decía su padre, ese brillante periodista y editor de EL Tiempo hasta su muerte, con el cual compartí muchas experiencias y secretos en mis primeros años de aventuras periodísticas, él “Don Enrique” y yo el “Chino” Páramo, manteniéndome, eso sí, muy alejado del circulo rosa de “Don Hernando”, no es un simple familiar o compañero de juegos. Enrique es un escritor brillante y el columnista más leído e influyente de Colombia durante los más de treinta años que publicó su columna Contraescape. “Guerrilleros del Chico”, les decían a él, a Daniel Samper Pizano y a Antonio Caballero, por sus devaneos izquierdistas, siendo muy cercanos y contemporáneos de Luis Carlos Galán. “La bragueta más rápida del oeste”, por sus devaneos sexuales, le decían en los corrillos del periódico y en los sitios bohemios que frecuentaba con sus amigos intelectuales o simplemente borrachitos y periqueros que lo rodeaban. Lo cierto es que independientemente de sus adicciones juveniles y de mediana edad, Enrique ha sido un consejero y mediador de paz muy eficaz desde el gobierno de Belisario, incluso en el Caguan de Pastrana y ahora en el de su hermano menor. Sus vínculos con la izquierda democrática lo llevaron a fundar Alternativa en 1974, en compañía de Gabriel García Márquez, Antonio Caballero, Orlando Fals Borda, Jorge Restrepo, José Vicente Katarain y Roberto Pombo, el chino del grupo, hoy director de EL Tiempo y esposo de Juanita Santos, hermana de Pachito, prima de Enrique y Juan Manuel. 

El papel del Gran Hermano, del hermano mayor, ha sido fundamental desde el inicio del primer gobierno de Juan Manuel, pero particularmente desde el segundo, cuando el presidente decidió apostarle todo su capital político a la paz. Ha sido el puente con las guerrillas. Un puente entre la oligarquía capitalina y la insurgencia, gracias a la confianza que despierta Enrique entre los duros del Secretariado, que lo conocen desde hace muchos años. Enrique, fácilmente podría ser puente también con la oligarquía de provincia, que encabeza Álvaro Uribe, y bien valdría la pena que lo intentara pues goza del respeto intelectual de éste. Enrique apoyó a Uribe en sus dos primeros gobiernos, pero eso sí, mis amigos, se aterró ante el nombramiento de su primo Pachito como Vicepresidente, y también se opuso a un tercer mandato, pero siempre valoró las acciones de su gobierno, demostrando su derechización, hastiado tal vez de tanto marxismo-leninismo, de los hermanos Castro, del Chavismo, y para no ir muy lejos, del fracaso de Petro y de los anteriores gobiernos de izquierda de la Capital. Enrique es el Gran Hermano y lo hace bien.

PEDRO PARAMO
25 de noviembre de 2015  



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