¡¡SIGANME LOS BUENOS!!
Esto de la elección del alcalde
Rodolfo me ha tenido muy interesado, mis amigos, no solo por lo que significa
para Bucaramanga pues representa el cambio, sino por su parecido a Chespirito,
el creador del Chapulín Colorado, que en realidad no es un antihéroe, ni un
seudohéroe sino un auténtico héroe. Y que, a pesar de que creíamos que era un
comic para niños, en realidad lo era o lo es para adultos, como lo afirmaba el
mismo Roberto Gómez Bolaños, pues sus mensajes los dirigía a los grandes. Él
decía que escribía para adultos y que en particular lo entendían más los
colombianos y argentinos que los mismos mejicanos. Sus razones tendría.
Pero aparte de su parecido
físico, en la edad otoñal de ambos protagonistas, hay unos parecidos
conceptuales y de comportamiento que vale la pena observar. Rodolfo también es
un paladín de la justicia y de la equidad y un enemigo de los malos. Aparentemente
el Chapulín no carecía de miedo, sino que lo superaba. Chespirito decía que “el
que sin sentir miedo se enfrenta al peligro, es un irresponsable. No un héroe.
El que consciente del peligro se enfrenta a él, ese es el héroe”. Y estoy
seguro que Rodolfo siente miedo pues se enfrenta al monstruo de la corrupción,
uno de los más grandes flagelos de nuestro país. Pero supera el miedo y caza peleas
a diestra y siniestra, sin medir sus alcances o consecuencias. Aparece ante la
opinión más fuerte de lo que es y se parapeta en su astucia, sabiendo como el
Chapulín que no hay astucia que valga ante enemigos tan poderosos. El Chapulín
demuestra que no tiene tanta astucia pero le apuesta a la suerte y al empeño.
No siempre triunfa. Ojala lo de Rodolfo no dependa de la suerte y los
resultados obedezcan más a su empeño y al deseo de los bumangueses de hacer un
cambio profundo en las costumbres de la política local. Y ojala triunfe siempre.
Cuando el Chapulin dice: “Siganme
los buenos”, sabe que no existen los buenos absolutos, los totalmente buenos.
Bueno y malo son conceptos relativos, mis amigos. Prueba de ello es que entre los
seguidores más cercanos de Rodolfo no todos son tan buenos y entre los
derrotados no todos son tan malos. Por eso Rodolfo debe superar los prejuicios
y pisar con pies de plomo para no caer en la cacería de brujas, que solo lleva
a odios innecesarios en esta tarea de reconstruir las buenas costumbres en la
política. La intolerancia se ha apoderado de todos los ambientes. Se nos
dificulta soportar a los que piensan distinto. Incluso nos da trabajo soportar
a los que pretenden hacer lo mismo pero de otra forma, decía alguien sabiamente.
Y Chespirito, otro de mis grandes filósofos de cabecera, aseguraba que en lo personal
había llegado a la conclusión de que “hay dos males que van juntos, muy unidos:
la intolerancia y el prejuicio. No existen las cosas puras. Ni el bueno puro,
ni el malo puro…Los prejuicios son tremendos”.
Y hay una pregunta que quiero
hacer, sin prejuicios mis amigos, seguramente pasándome de atrevido, sobre lo
bueno y lo malo. ¿Qué tan bueno y qué tan malo es haber ofrecido vivienda para
todos aquellos que votaran por Rodolfo para alcalde, estableciendo un código
que le permita a él, identificar a sus votantes y así poder cumplirles? ¿No es
eso una compra diferida de votos, además con presupuesto público? ¿Qué pasa con
los que no firmaron ese compromiso y que también tienen derecho a subsidios de
vivienda por parte del Estado? ¿Solo los veinte mil codificados podrán
participar de esos beneficios? ¿Qué es equitativo y qué no lo es? Los derrotados
“no contaban con su astucia” Alcalde, pero póngase la mano en el considere y
maneje bien el “chipote chillón”, que son muchos los que lo vamos a apoyar en
su empeño de cambiar las costumbres políticas indeseables.
PEDRO PARAMO
12 de noviembre 2015
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