…Y LE HICIERON CONEJO
En esta época, intensamente
electoral, con las consabidas compraventas de votos y seductoras propuestas, con
sorprendentes alianzas y con encuestas que predicen empates técnicos por
doquier, vale la pena recordar aquella fabula de autor desconocido por mí, que
conocemos desde niños quienes tenemos ancestros paisas y disfrutamos la
picaresca de esa pujante región. Se
trata, mis amigos, de la reunión de los animales de la selva para elegir su
rey…
Había mucho descontento porque siempre era el león quien los presidía. El tigre, ni corto ni perezoso, había desplegado con sus asesores mucha propaganda negra, buscando desprestigiarlo, apoyado eso si, por la hiena, viejo enemigo de aquel. Porque como dicen los que lo han vivido: “En la política se hacen falsos amigos y verdaderos enemigos” y la hiena era un verdadero enemigo del león.
Había mucho descontento porque siempre era el león quien los presidía. El tigre, ni corto ni perezoso, había desplegado con sus asesores mucha propaganda negra, buscando desprestigiarlo, apoyado eso si, por la hiena, viejo enemigo de aquel. Porque como dicen los que lo han vivido: “En la política se hacen falsos amigos y verdaderos enemigos” y la hiena era un verdadero enemigo del león.
Llegado el día de las elecciones,
todos los animales comenzaron a votar, uno a uno, como era la costumbre,
pasando frente a los jurados que eran la lechuza, la serpiente y precisamente
la hiena. Ya por la tarde, muy cerca al cierre de las votaciones, se dieron
cuenta de que todos los animales habían ejercido el sagrado derecho, menos el
conejo,…y la elección estaba empatada: mitad por el león y mitad por el tigre.
Muy ligerito el tigre y la hiena se secretearon… y el candidato salió corriendo
“como alma que lleva el diablo” en busca del conejo.
El conejo estaba acostado,
haciendo pereza en su cueva.
- ¿Qué le pasa Tío Conejo?, dijo
el tigre, ¿Por qué no ha ido a votar si las elecciones están buenísimas?
- ¡Ah! Tío Tigre, es que estoy
muy desalentado, pasando hambre, sin trabajo,…mi mujer me dejó y se llevó todos
los chinos.
- No se preocupe Tío Conejo, que
eso lo arreglamos. Más bien compóngase y nos vamos a votar.
- ¿Meterme yo esa caminada, con
esos calores que están haciendo? Nooo, Tío Tigre, no cuente conmigo.
El tigre se quedó maquinando qué
propuesta le hacía al conejo. Y finalmente le dijo:
-Camine Tío Conejo que yo le
consigo un mercadito, mucha mermelada de zanahoria y lo invito a rumbear para
que supere la tuza, pero vamos a votar, que eso es muy importante para la
democracia. ¿Le gustaría trabajar en una Notaría?
El conejo, que no, que no tenía
ánimos, que mejor dejaran las cosas así. Y el tigre que yo lo llevo, que
tranquilo, que yo lo monto en mi lomo…
-Bueno Tío Tigre, está bien, pero
la condición es que me lleve y me traiga montado, quiero todos los beneficios,...y
yo voto por usted.
-Listo Tío Conejo, apure pues que
se nos hace tarde…
El conejo se entró a la cueva y
salió con sombrero, zamarros y una silla de vaquería. El tigre abrió los ojos
espantado y dijo:
-¡Noo, Tío Conejo, ni riesgos que
yo me deje poner una silla de montar! ¡Una silla no! ¡Eso si no!
Y el conejo, tranquilo, le dijo
que dejaran así, que él no viajaba incómodo. Que si no había silla él no iba.
-¡Bueno, bueno, apure pues,
póngame la silla y nos vamos!
El conejo volvió a la cueva y sacó
la jáquima y el freno. Cuando el tigre lo vio, pegó el brinco y desaforado le rugió
al conejo que estaba loco si creía que le podía poner freno. Casi se lo come.
El conejo se regresó tranquilo a
la cueva y se volvió a acostar. El tigre desesperado daba vueltas a la
entrada.. y por fin aceptó.
-Yo quiero que me lleve bien
montado y que vayamos seguros, dijo el conejo, poniéndose las espuelas.
-¡Nooo, no, ni de fundas Tío
Conejo! Mejor dejemos así…, rugió el
tigre.
-Le prometo Tío Tigre que yo no
le rastrillo las espuelas. Yo lo trato con mañita ¡Tranquilo!
Aburrido el tigre aceptó, pues se
acercaban las cinco de la tarde y se iba a cerrar la elección. Solo fue
montarse mis amigos para que el conejo templara las riendas y le rastrillara las
espuelas, sin consideración alguna. Y el tigre salió “como alma que lleva el
diablo”. Pasaron montes y praderas hasta llegar al bosque, donde los animales
vitorearon al conejo con admiración. Este se ajustó el sombrero, soltó el freno
y se bajó de la silla con habilidad. Con paso lento y ceremonioso, se acercó a
la mesa, donde estaba la lechuza, la serpiente y la hiena. Esta última se
frotaba las patas con una sonrisita socarrona…, pero el conejo dijo:
-¡Voto por el león! ¡Al tigre lo
dejo para silla!
Y estallaron los aplausos…Y el
tigre se desplomó.
Y ahí surgió, amigos míos la
expresión tan conocida por todos de “…le hicieron conejo”. Cualquier parecido
con la realidad es pura coincidencia.
PEDRO PARAMO
16 de octubre 2015
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