“UNA REQUISA NEGRO”
Magnifica y digna reacción la del
negro Carlos Alberto Angulo, cuando los policías lo detuvieron en una calle de
Bogotá, al azar según ellos, para requisarlo pues “iba como de prisa”.
Seguramente ya le había pasado otras veces y explotó con rabia, con ira
contenida, con dignidad, con el orgullo de su raza a flor de piel. Y preguntaba
en tono altisonante, palabras más, palabras menos: “!!¿Por qué a mí? ¿Por qué
soy negro? ¿No soy un ciudadano como los otros que pasan a mí alrededor y
también van de prisa? Eso es lo que me molesta, eso es lo que me enfurece. Voy
de prisa porque son las ocho de la mañana y tengo que llegar a mi trabajo, como
todos los blancos que pasan por aquí”. Y añadía Carlos Alberto: “No se respeta
mi raza, no se recuerda la contribución de la raza negra a la construcción de
este país de m…”!! Y Carlos Alberto espera una disculpa de la Policía, aunque
cree que nunca llegará.
Y yo me pregunto mis amigos ¿No
tendremos que disculparnos todos con esa raza negra, que no es menos del 20% de
nuestra población, sin contar con los aportes de sangre a la mayoría que es
morena –yo tengo una morena brillante y hermosa en mi casa-, por todos los
vejámenes a los que los hemos sometido, por haberlos discriminado toda la vida,
y seguir haciéndolo, negándolo eso sí, con la doble moral que nos caracteriza?
¿No tendremos que disculparnos con el Chocó por el abandono en que los hemos
tenido a través de la historia? ¿Con Tumaco, con Buenaventura? ¿Con San Andrés
y Providencia, donde ni siquiera a raíz del conflicto con Nicaragua los estamos
incluyendo con seriedad y credibilidad dentro de nuestra nacionalidad? ¿No es
hora de disculparnos con esa Cartagena de los cinturones de miseria, con
predominancia negra, a la cual dirigimos nuestras miradas esporádicamente y
sobre todo en épocas electorales?
“Dejen jugar a la negra”,
titulaba yo una columna hace un tiempo, cuando la animosidad era muy grande
contra Piedad Córdoba por su accionar independiente y contestatario en la
política nuestra, donde el componente racial y discriminatorio juega un papel
importante, sin olvidar sus excesos. ¿Y qué tal que no hubiéramos dejado jugar
a Catherine Ibarguen, la joya de la corona colombiana en el atletismo mundial? ¿Y a Rentería, al Rocky Valdés y al mismo
Negro Perea? Y sin ir muy atrás ¿al Tino, a Cuadrado, a Jackson? ¿Y en la
cultura a Zapata Olivella, Delia Zapata Olivella, Alejo Duran, Jairo Varela,
Joe Arroyo, Toto la Momposina, Petrona Martínez, entre otros muchos? ¿Y qué
decir de mis filósofos de cabecera: Maturana (“perder es ganar un poco” y
Pambele (“ser rico es mejor que ser pobre”), expresiones que aunque parezcan
chiste y algo obvio, implican cosas profundas. Y en la escena internacional ¿a
los actores Morgan Freeman, Denzel Washington, Will Smith? ¿A Halle Berry,
Beyonce, Rihana, negras hermosas? ¿A personajes de la política mundial como
Mandela, Martin Luther King, y al mismo Obama?
Si mis amigos, es una raza bella e inteligente, la que si se le dan oportunidades en plan de equidad, brilla no solo en el deporte y el modelaje, sino también en la política, el arte, la industria, el comercio, la investigación científica… Recuerden no más al científico vinculado a la NASA, Raúl Cuero, quien también fue sometido a “una requisa negro”, por sus compañeros investigadores y por los medios de comunicación, sin razones claras y más bien producto de la envidia y la discriminación. ¿Cómo un negro podía tener éxito en la NASA?
De manera mis amigos, que este
episodio viral, como lo llaman ahora, por aparecer en la red miles de veces, debe llevarnos a reflexionar cómo nos
comportamos con los afrodescendientes, aunque ellos prefieren que los llamen
negros pues se sienten orgullosos de su raza. ¿O también les pedimos “una
requisa negro”?
PEDRO PARAMO
17 de septiembre
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