SI YO FUERA CORRUPTO...
La corrupción es uno de los males más graves que sufre nuestro país. De eso no hay duda, y posiblemente sea más grave que la guerrilla, los paramilitares o bacrim, sin contar con que la inequidad es posiblemente la causa raíz de todos nuestros males. La corrupción ha permeado todos los rincones de nuestra sociedad, hasta el punto de que ya no sabemos cuáles son los límites de lo moral o de lo corrupto. Si, mis amigos, lo digo porque en el subconsciente colectivo se ha instalado la idea o sueño del “dinero fácil”. Ya no nos conformamos con apostarle a la lotería sino que hacemos todo lo posible por enriquecernos sea como sea. El “todo se vale” se ha apoderado de nuestras conciencias, llevándonos por caminos muy cuestionables, caminos que se han vuelto costumbre, hábitos y creencias que marcan nuestra cultura. Por eso me he puesto en la tarea de imaginar qué haría si fuera corrupto.
Si yo fuera corrupto, rompería desde
muy temprano con mis principios y valores, nacidos y fortalecidos en el seno de
mi familia. Eso sería lo primero, para no tener reatos de consciencia. ¡Que
pereza! Si no he terminado bachillerato por bajo rendimiento escolar, compraría
el título para poder entrar a estudiar derecho, comprando el título también, qué
carajo, carrera que me dará muchos dividendos: ¿Cuántas viudas ingenuas e
inexpertas caerán en mis manos,…digo, arcas? ¿Cuántos incautos me darían
anticipos para adelantarles sus procesos, sin que yo me preocupara por
llevarlos a buen término? ¿Cuánto dinero les sacaría para comprar jueces y
fiscales, para comprar testigos falsos, para falsificar documentos en notarías,
en oficinas de instrumentos públicos, en el Agustín Codazzi, en la
Registraduria, en la DIAN,…donde sea y como sea?
Si yo fuera corrupto, buscaría
ocupar cargos públicos por nombramiento o por elección popular, que por
cualquier lado me permitieran obtener ganancias, ya sea por acción o por
omisión. Y si es preciso darle parte de mi sueldo a un político que tome
decisiones o tenga influencias para que me nombren, pues “…cuente con eso
doctor”. Y si fuera un contratista, “…cuente con el 10, el 30 o el 50%, mi
doctor”, no hay problema. Pero si soy yo
el de las influencias, pues yo quiero es estar en donde se toman las decisiones
y se manejan los presupuestos, no faltaba más, me aseguraría de que ese
empleado o contratista que se gana su platica gracias a mi “generosidad”, me
guardara mi parte sin que esos dineros tuvieran que pasar por mis cuentas
bancarias. Qué tal guardar unos milloncitos en efectivo, en una caja fuerte que
tendría en un apartamento donde “amarro mis vaquitas” con frecuencia. Esas que
me mandan mis amigos agradecidos y con las que hacemos bacanales cada vez que
celebramos un “triunfo”. ¿Qué tal si mejor los convierto en testaferros y les
exijo el pago al retirarme de mi cargo? Pagos
que me harán, “financiándome” mis campañas para nuevas elecciones, por ejemplo,
o para épocas de vacas flacas. Es que hay que ser previsivos mis amigos: no
todas las elecciones se ganan.
Si yo fuera corrupto, y ya
tuviera mucha plata, haría inversiones en finca raíz, construyendo para el
Estado vivienda de interés social, incumpliendo los estándares mínimos, “que
eso nadie se da cuenta” y “el pobre no reclama ni tiene con qué poner demandas”.
Eso sí es negocio, pelados. Y si demandan, pues yo sabría cómo poner la
justicia de mi lado. No hay problema. Pero podría buscar también la banca de
inversión para atraer incautos, pensionaditos, viudas solitarias e indefensas.
Podría crear burbujas y espejismos, no importa, que después me puedo
autoexiliar, y declararme perseguido político, y seguir manejando el resultado
de mis esfuerzos de toda una vida desde las Islas Caimán. Todo se puede
arreglar, ustedes saben.
Pero como no soy corrupto, sí
quisiera que mis amigos no lo fueran, estén donde estén, hagan lo que hagan. Y
señores y señoras, si creemos que hay uno, por lo menos uno, solo uno, que no
lo sea, y quiera representarnos en las próximas elecciones, votemos por él. Y
roguemos para que no se corrompa por ese camino tortuoso del ejercicio del “servicio
a la patria”.
PEDRO PARAMO
15 de septiembre 2015
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