lunes, 14 de septiembre de 2015

MADURO: UN TRAIDOR A LA PATRIA


Después de un breve autoexilio de dos años, en los que me desempeñé como cónsul de Colombia en Japón y en la India, regreso a esta columna con beneplácito de mi amigo y alter ego Rafael Serrano, director de este periódico.  Nadie sabe lo que se siente cuando se pisa nuevamente tierra colombiana, después de vivir experiencias en tierras extrañas, pero al mismo tiempo acogedoras si uno se lo propone, sino cuando lo vive en carne propia. Me impresionó mucho la vida en Tokio, cómo una cultura milenaria como la japonesa ha evolucionado tanto en el campo tecnológico pero también en el comportamiento cotidiano de su gente. Ya les traeré en próxima columna comentarios, por ejemplo, sobre cómo se vive la sexualidad en el país del sol naciente, para que todos se sorprendan. Y de la India, la patria del Mahatma, hay muchas cosas por contar. País admirable, lleno de contrastes, que se ha convertido en un coloso mundial, con un crecimiento similar al de China, pero con unos índices de pobreza impresionantes, debido a su sistema de castas, claramente notorio al caminar por los malecones del Ganges en Varanasi o los mercados en Delhi.

Pero bueno, mis amigos, habrá oportunidad de regresar a estos temas más adelante. Por ahora, y para entrar en materia, déjenme decirles que ese grandote que gobierna Venezuela es un traidor a la patria. Si señores, ese colombiano que se les coló a nuestros hermanos venecos y encantó a su deschavetado patrón por muchos años, hoy se ha convertido en dictador de Venezuela y persigue colombianos a diestra y siniestra, seguramente para negar su origen, matar sus demonios de infancia y reafirmarse en su país cuando su dictadura está a punto de colapsar. ¿Qué tal que José, el famoso José de La Biblia, que se les coló también a los egipcios y se volvió el preferido del faraón, se hubiera puesto a perseguir a sus propios hermanos judíos? No hubiera sido José, sino cualquier otro Nicolás Maduro.

Me pregunto cómo a un hombre nacido en Cúcuta, de madre colombiana y padre colombo-venezolano, criado en sus primeros años en la hermosa Ocaña, de origen humilde como todos esos colombianos que han sido perseguidos, acosados, humillados por su guardia pretoriana, se le ocurrió hacer lo que está haciendo. Y no encuentro otra razón que las malas influencias, “las malas amistades”, como diría mi madre. Es que ser amigo de Diosdado y estar sometido a él, es más grave que haber sido ungido por el faraón como su sucesor, sin tener el liderazgo, la preparación ni el carisma requeridos para gobernar un país. Este personaje, presidente de la Asamblea o Congreso Bolivariano, es acusado por la DEA y por otros organismos policiales de orden internacional, de encabezar uno de los carteles más poderosos del tráfico de drogas en el mundo. Además de ser el titiritero que mueve las cuerdas del poder, detrás del trono, es más zorro y ambicioso que cualquiera: un gran capo. Como será de peligroso que el mismo Chaves trató de zafarse de él antes de morir, sin lograrlo, quedándole el camino libre para tomarse el poder, apoyado por el ejército, del cual proviene, por la guardia nacional y la temible PJ, además de los grupos paramilitares o “colectivos” civiles armados, creados por Chaves como milicias bolivarianas para defender su soñada revolución, para defender el socialismo del siglo XXI, modelo que no ha funcionado y que por el contrario tiene empeñada a Venezuela al coloso Chino. Un préstamo esta semana de 5.000 millones de dólares que incrementa la deuda con ese país, quedando ya en 55.000 millones de dólares, es el indicador más alarmante para nuestros hermanos venezolanos, además de una inflación superior al 30 %, que ha llegado hasta el 60%, sin contar la deuda con Rusia.

Mucho petróleo tendrá que fluir, desde los ricos posos venezolanos a los grandes buques chinos y rusos, durante muchísimos años, antes de que las deudas se paguen.  Y se pueden volver impagables pues los préstamos continuarán para mantener la liquidez de un estado fallido, de una revolución fallida. Y pensar que los precios del petróleo seguirán bajando para frustración de los productores. Y la mala noticia es que la caída del régimen no será la solución económica para Venezuela, pues si la oposición llega al poder, se encontrará con este pasivo que impedirá el crecimiento por varias generaciones. De manera pues que el muñeco que cree gobernar Venezuela, atropella colombianos humildes y quiere trompearse con Uribe, es apenas un oso de peluche que sigue las orientaciones del Zorro Cabello. Es un traidor a la patria.

PEDRO PARAMO

4 de septiembre 2015

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