MADURO: UN TRAIDOR A LA PATRIA
Después de un breve autoexilio de
dos años, en los que me desempeñé como cónsul de Colombia en Japón y en la
India, regreso a esta columna con beneplácito de mi amigo y alter ego Rafael
Serrano, director de este periódico.
Nadie sabe lo que se siente cuando se pisa nuevamente tierra colombiana,
después de vivir experiencias en tierras extrañas, pero al mismo tiempo
acogedoras si uno se lo propone, sino cuando lo vive en carne propia. Me impresionó
mucho la vida en Tokio, cómo una cultura milenaria como la japonesa ha
evolucionado tanto en el campo tecnológico pero también en el comportamiento
cotidiano de su gente. Ya les traeré en próxima columna comentarios, por
ejemplo, sobre cómo se vive la sexualidad en el país del sol naciente, para que
todos se sorprendan. Y de la India, la patria del Mahatma, hay muchas cosas por
contar. País admirable, lleno de contrastes, que se ha convertido en un coloso
mundial, con un crecimiento similar al de China, pero con unos índices de
pobreza impresionantes, debido a su sistema de castas, claramente notorio al
caminar por los malecones del Ganges en Varanasi o los mercados en Delhi.
Pero
bueno, mis amigos, habrá oportunidad de regresar a estos temas más adelante.
Por ahora, y para entrar en materia, déjenme decirles que ese grandote que
gobierna Venezuela es un traidor a la patria. Si señores, ese colombiano que se
les coló a nuestros hermanos venecos y encantó a su deschavetado patrón por
muchos años, hoy se ha convertido en dictador de Venezuela y persigue
colombianos a diestra y siniestra, seguramente para negar su origen, matar sus
demonios de infancia y reafirmarse en su país cuando su dictadura está a punto
de colapsar. ¿Qué tal que José, el famoso José de La Biblia, que se les coló
también a los egipcios y se volvió el preferido del faraón, se hubiera puesto a
perseguir a sus propios hermanos judíos? No hubiera sido José, sino cualquier
otro Nicolás Maduro.
Me pregunto cómo a un hombre
nacido en Cúcuta, de madre colombiana y padre colombo-venezolano, criado en sus
primeros años en la hermosa Ocaña, de origen humilde como todos esos
colombianos que han sido perseguidos, acosados, humillados por su guardia
pretoriana, se le ocurrió hacer lo que está haciendo. Y no encuentro otra razón
que las malas influencias, “las malas amistades”, como diría mi madre. Es que
ser amigo de Diosdado y estar sometido a él, es más grave que haber sido ungido
por el faraón como su sucesor, sin tener el liderazgo, la preparación ni el
carisma requeridos para gobernar un país. Este personaje, presidente de la
Asamblea o Congreso Bolivariano, es acusado por la DEA y por otros organismos
policiales de orden internacional, de encabezar uno de los carteles más
poderosos del tráfico de drogas en el mundo. Además de ser el titiritero que
mueve las cuerdas del poder, detrás del trono, es más zorro y ambicioso que
cualquiera: un gran capo. Como será de peligroso que el mismo Chaves trató de
zafarse de él antes de morir, sin lograrlo, quedándole el camino libre para
tomarse el poder, apoyado por el ejército, del cual proviene, por la guardia
nacional y la temible PJ, además de los grupos paramilitares o “colectivos”
civiles armados, creados por Chaves como milicias bolivarianas para defender su
soñada revolución, para defender el socialismo del siglo XXI, modelo que no ha
funcionado y que por el contrario tiene empeñada a Venezuela al coloso Chino.
Un préstamo esta semana de 5.000 millones de dólares que incrementa la deuda
con ese país, quedando ya en 55.000 millones de dólares, es el indicador más
alarmante para nuestros hermanos venezolanos, además de una inflación superior
al 30 %, que ha llegado hasta el 60%, sin contar la deuda con Rusia.
Mucho
petróleo tendrá que fluir, desde los ricos posos venezolanos a los grandes
buques chinos y rusos, durante muchísimos años, antes de que las deudas se
paguen. Y se pueden volver impagables
pues los préstamos continuarán para mantener la liquidez de un estado fallido,
de una revolución fallida. Y pensar que los precios del petróleo seguirán
bajando para frustración de los productores. Y la mala noticia es que la caída
del régimen no será la solución económica para Venezuela, pues si la oposición
llega al poder, se encontrará con este pasivo que impedirá el crecimiento por
varias generaciones. De manera pues que el muñeco que cree gobernar Venezuela,
atropella colombianos humildes y quiere trompearse con Uribe, es apenas un oso
de peluche que sigue las orientaciones del Zorro Cabello. Es un traidor a la
patria.
PEDRO PARAMO
4 de septiembre 2015
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